Durante la noche del 25 al 26 de febrero de 1992 los armenios tomaron Joyalí hacia las 23:00 horas. Después nos rodearon e hicimos un intento de escapar tratando de ir hacia Aghdam. Éramos 60 o 70 personas, solo 20 o 30 sobrevivieron. Los armenios nos agruparon en una casa y empezaron a torturarnos. Había un turco meskhetiano de Uzbekistán entre nosotros que se llamaba Ahmed. Le ataron las manos y las piernas y lo decapitaron. Luego me llevaron a Khankandi. Allí me arrojaron al sótano, me ataron las manos y comenzaron a golpearme hasta que perdí el conocimiento. Calentaron un cuchillo y me marcaron las piernas. En mi cuerpo hay numerosas cicatrices de heridas de cuchillo. Después me obligaron a beber una medicina amarilla. Ahora sé qué medicina era. Llevo 9 años casada, pero todavía no tengo hijos. Después de haber torturado a muchos jóvenes azerbaiyanos como yo, nos hicieron miserables durante toda la vida. Por culpa de todas estas torturas, sufro trastornos nerviosos, me duelen a menudo los riñones, apenas puedo mantenerme en pie. Los armenios saquearon nuestra casa, nuestras propiedades, nuestras joyas y nuestro dinero.