Una periodista rusa, Victoria Ivleva, entró en la ciudad de Joyalí después de su ocupación por las fuerzas armadas armenias. Ella tomó las fotografías de las calles del pueblo sembradas de cadáveres de sus habitantes, entre ellos mujeres y niños. En sus informes de prensa, Victoria describió cómo vio una gran multitud de turcos meskhetianos de Joyalí, que fueron llevados cautivos por los militares armenios; también cómo un soldado armenio la golpeó cuando ella estaba ayudando a una mujer cautiva. Así relata esta escena aterradora:
En 2011 Ivleva encontró en Azerbaiyán a esa mujer. Su pequeña hija, Gunay, había crecido, pero no hablaba por el terrible susto que sufrió en su infancia. Aunque Gunay luchó duro para sobrevivir, ese intenso trauma y conmoción le quitaron la vida poco después de la visita de Ivleva.
“La última en la marcha de esa multitud de turcos fue una mujer con tres hijos. Ella caminaba descalza sobre la nieve. Apenas se movía y se caía con bastante frecuencia. Resulta que el menor de sus hijos tenía dos días de edad. ¡Dos días! Cogí a la bebé (era una niña) en mis brazos y comencé a caminar con los turcos. Estábamos las dos, yo y esa mujer, llorando amargamente. Noche oscura y gran desastre. A pesar de que mi ropa me distinguía de los turcos, me golpearon varias veces y me regañaron para que me moviera más rápido. Yo sabía que no estaba bajo ninguna amenaza, pero por un momento me sentí como una prisionera. Yo no quisiera que alguien pasara por eso”.
En 2011 Ivleva encontró en Azerbaiyán a esa mujer. Su pequeña hija, Gunay, había crecido, pero no hablaba por el terrible susto que sufrió en su infancia. Aunque Gunay luchó duro para sobrevivir, ese intenso trauma y conmoción le quitaron la vida poco después de la visita de Ivleva.