El colapso de la URSS en 1991 vino seguido de varios conflictos étnicos y escaladas bélicas en sus antiguas fronteras. De esta situación parte el conflicto conflicto de Nagorno-Karabaj, que desencadena una guerra caliente entre 1991 y 1994. El conflicto de Nagorno-Karabaj, ha sido una de las cuestiones más controvertidas de la historia moderna del Cáucaso Meridional, derivada de las reclamaciones territoriales de Armenia sobre tierras que históricamente siempre han pertenecido a Azerbaiyán. La repercusión de la guerra fue abrumadora para Azerbaiyán, puesto que se llevaron a cabo operaciones militares con una capacidad desproporcionada, y el apoyo evidente de las fuerzas armadas de la antigua URSS respaldó a los armenios en la violación de la integridad territorial de Azerbaiyán mediante la ocupación del 20% de sus tierras. Las agresiones militares no sólo supusieron una pérdida territorial para Azerbaiyán, sino que también devastaron su patrimonio cultural, provocaron la crisis de los refugiados y los desplazados internos, y supusieron un terrible impacto en la economía del país.
La ferocidad armenia alcanzó su punto álgido en Joyalí, que constituía un importante centro de asentamiento de la región de Nagorno-Karabaj. Por ello, la ocupación de la ciudad se llevó a cabo siguiendo una serie de planes premeditados, tales como facilitar la posterior ocupación y abrir la ruta hacia Agdam, Shusha, Khankendi y Askeran; así como atemorizar a los azerbaiyanos, no sólo militarmente, sino también con el fin de que la población civil desistiera en sus intentos de resistirse a los armenios. Estos hechos demuestran que la ocupación de Joyalí y el asesinato masivo de civiles fue un acto deliberado.
«Tras suspirar por el acuerdo de alto el fuego entre Azerbaiyán y Armenia en mayo de 1994, se presentaron varias propuestas de paz para solucionar el conflicto. A raíz de la participación del Grupo de Minsk en el proceso de negociación, las partes en conflicto pusieron grandes esperanzas en este instituto negociador, ya que dicho grupo está formado, no sólo por los países de la región, como Rusia y Turquía, sino también por países europeos y norteamericanos, lo cual inspiró la creencia de que una representación tan amplia pondría fin al conflicto de forma pacífica. Sin embargo, la parte armenia nunca propuso un enfoque constructivo para la resolución pacífica del conflicto e incumplió sistemáticamente el acuerdo de alto el fuego de 1994 atacando a la población civil en las zonas fronterizas.»
Las ferocidades y arbitrariedades armenias han alcanzado su punto álgido en los dos últimos años, lo que ha bloqueado de forma significativa la resolución pacífica del conflicto de Nagorno-Karabaj. Así, la conducta más agresiva e intrasigente del gobierno armenio ha disparado la tensión entre ambas partes. Entre estas actuaciones del gobierno armenio se encuentran: la intención de consolidar las adquisiciones de los territorios ocupados más allá de Nagorno-Karabaj de forma permanente, renegar de los «Principios Básicos» que habían sido iniciados por el Grupo de Minsk de la OSCE y aceptados por ambas partes en el conflicto, la intención de trasladar el centro administrativo de la presunta República de Nagorno-Karabaj de Khankendi a Shusha (capital cultural de Azerbaiyán), el asentamiento ilegal de armenios de distintas partes del mundo en los territorios de Azerbaiyán reconocidos internacionalmente, así como el cambio de los topónimos y la falsificación de los monumentos históricos.
Sumado a todo esto, en un mitin en Khankendi el 5 de agosto de 2019, el primer ministro armenio Nikol Pashinyan declaró: «Artsakh es Armenia, y eso es todo». Con ello, se desvaneció la posibilidad de seguir negociando con seriedad. Además, el ministro de Defensa armenio, David Tonoyan, declaró en Nueva York en marzo de 2020 que la estrategia de «nueva guerra por nuevos territorios» habría de sustituir a la de «territorio por paz», minando aún más cualquier posibilidad de resolución pacífica. Sin embargo, el ataque en el verano de 2020 a la región de Tovuz situada fuera de la zona de conflicto, violando las fronteras internacionalmente reconocidas de Azerbaiyán, se convirtió desde entonces en la gota que colmó el vaso, quebrantando el statu-quo en la región. El intento de atacar los oleoductos y gasoductos de exportación que pasan por el distrito de Tovuz amenazaba la seguridad energética europea. En este sentido, se estableció un frágil alto el fuego, que Armenia rompió frecuentemente en los meses posteriores. Por este motivo, como contramedida a la agresión armenia contra Azerbaiyán, el 27 de septiembre, con la operación de contraofensiva a lo largo de todo el frente, el ejército azerbaiyano inició la liberación de los territorios, que habían sido ocupados por Armenia a raíz de la Primera Guerra de Karabaj a principios de los años noventa.
La guerra, que duró 44 días, etiquetada como «la Guerra Patriótica», demostró la fuerza del glorioso ejército azerbaiyano y terminó con la victoria decisiva de Azerbaiyán. A 1 de diciembre, Azerbaiyán ha restaurado su integridad territorial como resultado de la Declaración Trilateral entre Azerbaiyán, Armenia y Rusia que se firmó el 10 de noviembre de 2020, justo después de la liberación de Shusha, la capital cultural de Azerbaiyán, por el Glorioso Ejército Azerbaiyano. Esta guerra de 44 días puso fin a la tan prolongada ocupación de Joyalí y de todos los territorios ocupados de Azerbaiyán, lo que conducirá al gran regreso de los residentes de Joyalí y de los desplazados internos a sus hogares. Así, con la esperanza de recuperar una nueva vida tras el frío invierno, los habitantes de Joyalí creen que el almendro volverá a florecer en Joyalí.