Los armenios tomaron Joyalí en la noche del 25 al 26 de febrero de 1992. Nos obligaron a abandonar nuestra tierra natal. Yo tenía entonces 10 años. Con mi madre huimos al bosque junto con los demás civiles.
Sin comida, tuvimos que permanecer allí con un frío glacial durante 3 días. Luego los armenios nos tomaron como rehenes. Nos golpearon duramente y nos llevaron al Departamento de Policía de Askeran. Allí nos mantuvieron en la celda durante 10 días. Había unas 20-30 personas. Todos los días los guardias de la prisión nos golpeaban con acero reforzado y violaban a las jóvenes. Nos mantuvieron sin comida. Yo era una niña y cuando lloraba de miedo los armenios me tiraban al suelo y me daban patadas. Como resultado, me enfermé del riñón. En 10 días nos liberaron. Desde entonces estuve en tratamiento médico hasta 1996. Nuestra casa y nuestras propiedades fueron saqueadas por los armenios.