Ya había vivido en Uzbekistán anteriormente. Nos refugiamos en Azerbaiyán y nos instalamos en Joyalí. En la noche del 25 al 26 de febrero de 1992 los armenios tomaron Joyalí. La gente empezó a huir al bosque. Nos escondimos en el sótano de nuestra casa. Los armenios entraron en el sótano y empezaron a disparar. Mi marido también estaba allí y murió a causa de los disparos. Cuando quise acercarme a él, los armenios me golpearon en la espalda con un cañón de ametralladora. Me quedó una cicatriz en el cuerpo. Se llevaron a 64 personas, entre ellas niños pequeños, a Khankendi y los mantuvieron allí durante 3 días. No nos dieron ni una rebanada de pan durante ese tiempo. Los armenios violaban a las niñas y nos golpeaban regularmente.