The Guardian, 3 de marzo de 1992
Los cadáveres atestiguan la masacre perpetrada por los armenios, informan Karl Waldron en Stepanakert y Brian Killen de Reuter en Agdam, Azerbaiyán.
Los últimos soldados de la Comunidad de Estados Independientes en Nagorno-Karabaj se retiraban anoche del enclave caucásico al surgir nuevas pruebas de que los militantes armenios habían llevado a cabo una masacre de civiles azerbaiyanos.
La agencia de noticias rusa Itar-Tass informó de que la 366ª División Blindada del antiguo ejército soviético había iniciado su retirada, eliminando así el último elemento que separaba a armenios y azeríes. La división comenzó a abandonar Stepanakert, la capital del enclave, bajo la dirección del general Boris Gromov, el hombre que supervisó la retirada soviética de Afganistán. «Se están retirando columnas de equipo y personal con todo tipo de apoyo y cobertura de combate. Los bandos enfrentados en Nagorno-Karabaj no están obstaculizando su movimiento», dijo Tass citando al cuartel general militar transcaucásico.
Antes de la retirada, los soldados de la CEI y los paracaidistas armados con fusiles de tiro rápido se habían desplegado ampliamente alrededor de la ciudad en posiciones defensivas entre los escombros de los edificios destrozados por los proyectiles. Los tanques también estaban dispuestos alrededor del perímetro de la ciudad y en su plaza central, con sus cañones de torreta apuntando hacia afuera en señal de advertencia.
Armenia, que ayer pidió la intervención de Naciones Unidas para evitar «más tragedias», siguió negando que sus militantes hubieran matado a 1.000 personas en la ciudad azerí de Joyalí la semana pasada y masacrado a hombres, mujeres y niños que huían de la carnicería a través de los pasos de montaña cubiertos de nieve.
Sin embargo, decenas de cadáveres dieron credibilidad a los informes azeríes de una masacre. Funcionarios y periodistas azeríes que volaron brevemente a la región en helicóptero trajeron de vuelta a tres niños muertos con la parte posterior de la cabeza volada. Los disparos de los armenios, dijeron, les impidieron recuperar más cuerpos.
«Mujeres y niños tenían arrando el cuero cabelludo», dijo Assad Faradzhev, ayudante del gobernador azerí de Nagorno-Karabaj. Rashid Mamedov, líder de la milicia de Agdam, en las afueras de Nagorno-Karabaj, dijo: «Cuando empezamos a recoger los cuerpos, ellos [los armenios] empezaron a disparar contra nosotros. Los cuerpos están tirados como rebaños de ovejas. Ni siquiera los fascistas hicieron nada parecido».
Cerca de Agdam, un fotógrafo de Reuter, Frederique Lengaigne, vio dos camiones llenos de cadáveres azeríes.
«En el primero conté 35 y parecía que había casi otros tantos en el segundo. Algunos tenían la cabeza cortada y muchos habían sido quemados. Todos eran hombres y algunos llevaban uniformes caqui», dijo.
Las pruebas de la matanza se han visto, filmado y documentado por observadores independientes. También se informó ayer de la muerte de decenas de personas en la ciudad azerbaiyana de Shusha por disparos de artillería y cohetes armenios. Estas acciones no auguran nada bueno para los armenios de Stepanakert y Azerbaiyán en general: es probable que se produzcan actos de venganza.
En los cuatro años de combates en Nagorno-Karabaj se calcula que han muerto entre 1.500 y 2.000 personas. Los combates de la última semana han sido los más salvajes.
Un comandante militar de la CEI, el teniente general Saryan Baneyev, declaró a la televisión rusa que sus hombres aplastarían cualquier intento de cualquiera de las partes de obstaculizar la retirada.
El presidente de Armenia, Levon Ter-Petrosyan, criticó la retirada. «Este regimiento, aunque no participaba en operaciones militares, era un factor de estabilización. Creo que esta medida está mal pensada», dijo en el Parlamento. «Retirar esta división podría desestabilizar aún más la situación en Nagorno-Karabaj».