Los Angeles Times, 5 de marzo de 1992
Por Carey Goldberg
MOSCÚ – Mientras la cámara se desplazaba desde las hierbas invernales hasta el cadáver congelado de un niño pequeño con un traje de nieve rojo, y luego a un grupo de cinco mujeres muertas con los rostros ensangrentados y descoloridos, los propios sollozos del cámara formaban la banda sonora.
El horror de la escena le superó, admitió el miércoles el cámara de la televisión azerbaiyana Chingiz Mustafayev en una conferencia de prensa convocada en Moscú para llamar la atención del mundo sobre las muertes en Joyalí, la ciudad de Nagorno-Karabaj asaltada por militantes armenios la semana pasada.
«Una plaza con un radio de 500 metros estaba simplemente sembrada de cadáveres», dijo Mustafayev, describiendo lo que las autoridades de Azerbaiyán han calificado de masacre.
Portavoces azerbaiyanos afirman que hasta 1.000 personas murieron y 300 fueron tomadas como rehenes en la noche del 25 de febrero, cuando Joyalí fue tomada; funcionarios armenios de Nagorno-Karabaj dicen que el relato azerbaiyano «no se corresponde con la realidad» y estiman que murieron 80 residentes de Joyalí.
El centro de prensa del Parlamento de Nagorno-Karabaj también afirma que el vídeo de Mustafayev fue falsificado; los cadáveres que muestra formaban parte de un intercambio general de muertos armenios y azerbaiyanos que se produjo el domingo, y no tras una única masacre, dice el centro de prensa.
Sea cual sea el número exacto de muertos, Joyalí constituye claramente la última tragedia en cuatro años de luchas intestinas entre azerbaiyanos y armenios por el enclave montañoso de Nagorno-Karabaj. La guerra ha dejado ya más de 1.000 muertos, ha destrozado la economía local y ha convertido a miles de habitantes en refugiados sin hogar.
En la conferencia de prensa del miércoles, en la que se presentó la cinta de vídeo de Mustafayev junto con los relatos de testigos presenciales y los comentarios oficiales, el asesor presidencial azerbaiyano Rasim Agayev también acusó al último regimiento de antiguos soldados soviéticos que quedaba en Nagorno-Karabaj de participar en el asalto a Joyalí.
«Este crimen fue cometido por el Regimiento 366 de las fuerzas armadas de la Comunidad de Estados Independientes para asustar a Azerbaiyán en su búsqueda de un ejército nacional completo», dijo Agayev. «Esto puede calificarse como un crimen de guerra. Puede calificarse de genocidio porque sólo murieron azerbaiyanos».
Pero Ivan Skrylnik, portavoz del Ministerio de Defensa de la Comunidad negó rotundamente que el regimiento, cuyo papel es oficialmente neutral, pudiera haber ayudado a los militantes armenios a rodear Joyalí y ocuparlo. Reconoció, sin embargo, que los desertores que supuestamente se han fugado con varios vehículos blindados podrían haber participado en la batalla.
El 366º, un regimiento de infantería motorizada que lleva mucho tiempo atrapado indefenso entre los dos bandos en guerra, tenía previsto retirarse por tierra el lunes. Pero su salida ha sido bloqueada por los combates en la zona. Sus comandantes anunciaron el miércoles que su equipo tendría que ser transportado por aire a la vecina Georgia y que la mayoría de su personal ya estaba siendo trasladado por avión.
Los residentes de Joyalí están convencidos de que el regimiento ayudó en la toma de la ciudad porque, según dijeron a los periodistas, estaban rodeados por tres lados por al menos 40 vehículos blindados; insisten en que los militantes armenios ni siquiera alcanzan a tener ese número de vehículos blindados.
El campo de cadáveres que Mustafayev dijo haber grabado el viernes pasado se encuentra al este de Joyalí, entre las ciudades armenias de Askeran y Nakhichevanik, en la ruta de escape que los residentes de Joyalí tomaron hacia la ciudad azerbaiyana más cercana, Agdam.
Oleg Aliev, un contable de Joyalí que sobrevió al asalto, dijo que un gran grupo de personas que huían de los combates acababa de salir del bosque al campo cuando al menos dos vehículos blindados tripulados por combatientes armenios, que aparentemente esperaban parapetados, abrieron fuego contra ellos con ametralladoras. «Ellos pensaron que ya habían llegado a un lugar seguro», dijo de sus vecinos y familiares. «Estaban a un paso de Agdam. Y entonces les dispararon a todos».
Mustafayev dijo que había contado más de 100 cuerpos en el campo. Muchas de las tres docenas de cadáveres que aparecen en la cinta eran mujeres y niños, algunos con heridas en la cabeza pero otros sin lesiones visibles. Muchas de sus ropas estaban desordenadas, como si hubieran sido registradas.
El camara dijo que un superviviente le había contado que los militantes que buscaban oro y dinero habían apuntado con sus armas a las cabezas de los que ya estaban heridos mientras yacían indefensos en el suelo. Les exigían sus objetos de valor y luego les disparaban. Eso explicaría las numerosas heridas en la cabeza a quemarropa, dijo.
Cuando Mustafayev volvió al lugar el lunes, dijo que encontró dos cadáveres con parte del cuero cabelludo arrancado y una mujer muerta con un lado de la cara cortado. Especuló que los cadáveres habían sido mutilados para intimidar a los combatientes de la oposición, o tal vez que los soldados llevaron partes del cuerpo a sus comandantes para demostrar que habían estado deliveradamente mantando a gente.
La televisión de la Comunidad difundió un pequeño fragmento de la cinta, comentando que «es una imagen espeluznante» y que los residentes de Joyalí, antiguamente una ciudad de unos 7.000 habitantes, habían tenido un «destino trágico».
Los funcionarios armenios han insistido en que Joyalí y en gran medida las zonas circundantes se habían limpiado de civiles. Dijeron que la ciudad estaba habitada principalmente por combatientes azerbaiyanos que utilizaban a los pocos residentes locales que quedaban como escudos humanos mientras empleaban la ciudad como base para lanzar proyectiles sobre la capital armenia de Stepanakert; desde la toma de Joyalí, dicen, el bombardeo de Stepanakert ha cesado.
Como reacción a la escalada de los combates en Nagorno-Karabaj, el presidente ruso Boris N. Yeltsin envió a la región a mediadores especiales para intentar una vez más romper el ciclo de cuatro años de guerra en el enclave en disputa.